Texto de Iván Micelli R. (antopólogo, miembro fundador de la Banda) para celebración de los 25 años de la Bandalismo, Teatro Municipal de Valparaíso del puerto Claro, 12 de Agosto de 2005
En la foto desde la izquierda Ivan Michelli , Fernando Gajardo, ?? , Pato Aspe, Jaime Zanetta.
Hablar de la historia de la bandalismo es hablar del folclor urbano de Valparaíso, no en los términos académicos ni en el sentido docto del término, sino en cuanto al mundo al que nos transporta, del cual surgen y en el cual tienen vida las manifestaciones populares del canto, la danza y la fiesta, que no son otra cosa que la expresión del sentimiento de los pueblos.
La música es aquí mucho más que un objeto de consumo, la música no se compra ni se vende (lo que no significa que los músicos no tengan que cobrar) la música no se transa en los mercados (pero llena las ferias), la música se viste de payaso para ir a los circos, y a las calles, la música, se viste al compás de gitanos, de morenos, de pescadores y de porteñas.
Por eso además de hablar de la historia particular del grupo de porteños y porteñas que iniciando los 80 se aventuran por el norte y quedan encantados y ENDIABLADOS con la magia y la música viva de la fiesta de La Tirana; queremos hablar de aquello que para muchos de nosotros que la hemos vivido desde adentro, desde afuera y desde al lado, representa: La Bandalismo.
En una micro destartalada de esas que salen de aquí mismo, llena de bolsos con ropa, sacos con sombreros, y todo tipo de mercaderías de feria partimos a La Tirana, el grupo era ancho y diverso; iban músicos, fotógrafos, comerciantes y estudiantes, folkloristas y turistas, guaguas, patos malos… y buenos; en largos viajes de casi dos días con todas las historias de un viaje en micro salido desde el plan de Valparaíso, con partes uno encima del otro y cortes de frenos uno peor que el otro, con peleas y amoríos, unos iban para encontrarse y otros iban a perderse.
Llegamos a la Pampa del Tamarugal, al pueblo de La Tirana, a la tierra de la China.
No es posible describir lo que sentimos, lo que vimos, lo que vivimos, para todos aquellos que íbamos por primera vez a la fiesta, o los que iban por segunda. No importa cuantas veces vayamos, ni cuantas veces lleguemos, la emoción siempre queda fuera de lo que podamos describir.
Hagamos un salto en el tiempo y en el espacio… Juanito Olivares, Ariqueño, Porteño, enamorado de su fiesta, de su china, de su baile. Víctor Hugo, Miguelo, una micro entre La Tirana y el puerto, carne de llama en la mitad del desierto; como llevar la magia mil kilómetros al sur, como extender la fiesta para provocarla a nuestro antojo y a nuestro deseo. Algunos eran músicos de escuela, otros eran estudiosos del folclore, serios motivos fundaban la banda; pero quizás es que todos se quedaron pegados, quizás este grupo es solo hijo de la nostalgia, de no querer esperar un año, “de no querer apagar la luz”, de querer extender la emoción de la fiesta y de la música “de allá pa’cá”. ¿Como lo hacemos?
Una banda en el puerto y un baile también… nos robamos un poco de lo vivido y lo traemos pa’l puerto. Porque aunque hallamos nacido en cualquier parte ¡aquí todos somos porteños!
Domingo en la mañana a las 09:00 no, a las 11:00 suenan los primeros bronces, y los saxos, sonidos nortinos en el puerto, en Playa Ancha, donde mas podía nacer, si tenía que ser un lugar amplio, despejado, sin vecinos que quisieran dormir en la mañana de domingo, un lugar ancho como una playa desierta, el Velódromo de Playa Ancha, allá en el parque Alejo Barrios. (ese que vendieron).
Nació así la Porteñada, un bullicio no conocido por estas tierras, una música escandalosa que llena espacios, que levanta, anima, espanta, o sobrecoge pero que no deja a nadie quieto, el que no baila, el que no salta, es el que no alcanzo a llegar, el que nunca vino o el que se va porque “estos tipos meten mucho ruido”.
Tanto escándalo, que parece una fiesta, promueve al desorden, al salto, al asalto y al desborde, como un carnaval de esos sin rejas, sin guardianes, sin entradas reservadas, carnaval para bailar, para desbordarse, para perderse encontrarse y volverse a perder. Carnaval de esos que nos hacen falta y que esta banda ha ayudado a provocar tantas veces sin autorización ni aviso previo. No por nada tantas veces terminaron (mos) tocando entre barrotes; porque entre pescadores así como entre doctos señores han sonado estos vientos, con doña Margot, los Jaivas y el Bafochi, como dignos interpretes de la proyección del folclor nortino. Pero sin ponerle ni quitarle entre pescadores y entre presidiarios ha sonado la bandalismo, entre bares de la vega santiaguina, o animando la noche de las caletas horconinas. Ni la Quinta Vergara ni el Municipal, le han hecho mella ni a su ego ni a su orgullo.
La música se desparrama por los cerros, las calles y las quebradas, se cuela entre las escaleras y los callejones, inunda las plazas y las plazuelas, la música cubre y despierta la ciudad, subiendo y bajando cerros, en micro, en camión y a pata, subiendo escaleras y quebradas como lo demanda nuestra geografía urbana, así ni el Chalet Picante, ni la Población Obrera, ni el Manila, ni el Municipal quedaron sin challarse con estos sones, las quebradas de Mariposas, de las Monjas, de Polanco, de Placeres y Esperanza, Ramaditas y Cordillera… La Matriz tocada por dentro y por fuera.
Tanto escándalo no podía tener otro nombre que Bandalismo.
En el tiempo son muchos nombres, lugares y procesos vividos, encuentros, peleas desencuentros y reencuentros, en todos ellos la música, y la vida con ella ha sido el retorno a nuestro centro, a nuestro origen, tocando entre los cerros, los matrimonios, los funerales, las campañas del no y las campañas del Wanderers, los años nuevos y viejos, los 18s, y esto ya no era tan solo Valparaíso, junto con la música llegaron los bailes, y los chinos recibieron la compañía de los gitanos, así la música llena San Pedro en el Membrillo y se extiende… la Cruz de Mayo, la Fiesta del Niño Jesús de Boco, Nuestra Señora de Valparaíso del Puerto Claro.
Así la banda se transforma en un hecho del folclor de este puerto en parte de su historia reciente, la que todavía estamos haciendo, no tan solo proyectando el fuego que traíamos del norte, aquí Valparaíso le dio su propia vida.
Celebramos los 25 años de la bandalismo del puerto y a todos los que han sido y son parte de esta historia y de esta forma de sentir, hacer y vivir la música, la música que se sale de los escenarios, interrumpe los discursos, corta el tráfico y se toma la calle, para que paren los autos y dejen paso a la gente que viene bajando en multitud desde el cerro, que viene bailando sus penas del cementerio, de Santa Inés, de donde el Gabriel o del número Tres allá en Playa Ancha. Que viene saltando sus alegrías, la música, que desborda las mesas, los vientos que apagan las velas de las peñas cuando el lamento se transforma protesta, en protesta bailada, saltada, cantada a gritos, la música que hace saltar los pies y saca a las calles a la gente de los cerros para cantar y bailar, la música que se toma las calles y las plazas.
Eso es quizás lo que mejor refleja la historia y el sentido de la bandalismo, nombre y banda que no tiene dueño, que es del puerto, marca de bronces que se cuela desde los cerros y es ya parte imborrable de lo que es Valparaíso.
No podemos explicar lo que se siente, no sabíamos como describir la emoción, la magia y la fuerza que se produce cuando se une la música con la vida, nunca supimos como, y quizás solo por eso… nos pusimos a tocar… a ver si también… se emocionan con nosotros.
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4 comentarios:
Queridos amigos gracias por transportarme al pasado mas querido de mi camino: La Bandalismo, los recurdo con mucho cariño y gracias a ese camino, mis días en este instante transcurren en ese norte que tanto queremos y que tanto le cantamos.
Un gran saludo a la Familia Bandalismo.
James Zanetta
Clarinetista (el de gorro en la foto)
Arica - Chile
Hola.... Te recuerdo...
Illa 2008
Queridos amigos desde la distancia y el tiempo quiero decirles que el espiritú de la bandalismo siempre me cautivó y las veces en que pude cajear con uds. me enseñaron a sentir la música en su expresión más primordial y pura.
Un gran abrazo y cariños.
desde Suecia
Marcelo Muñoz Alquinta.
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